jueves, 28 de agosto de 2008

Poker Árabe


La escena es la siguiente. Los cuatro que estamos sentados rodeando la mesa en este cuartucho africano tenemos miedo de salir a la calle. Los
innumerables callejones que se entrecruzan en la medina de Fez tienen siglos desorientando a los viajeros. Después de haberme perdido tantas veces en este laberinto empedrado, disfruto pasar las tardes viendo el río interminable de hombres y animales que pasando por la Bab Boujeloud, la enorme Puerta Azúl, se adentran en sus retorcidas entrañas. Trepado sobre el tejado me siento a salvo y las plegarias nocturnas parecen rebotar en mil ecos por las paredes de la vieja ciudad y subir al cielo entre sus minaretes. Si necesito algo hay un chico llamado Abdúl que corre por el laberinto y trae lo que le pida.

A la mesa también se sientan Miles y Andy, dos australianos. Y Michael, de California. Nos acabamos de conocer en este hostel y nos une la misma sensación, entre miedo y flojera, que nos impide salir.

Abdúl se fue hace un par de horas dejándonos una buena provisión de tabaco, agua y para comer, una bolsa con frutas secas, nueces y dátiles.

La idea fue de Mike, creo. Yo nunca había jugado póker, o sea que no fue mía. Y a todos nos pareció buena. Una buena partida de póker entre desconocidos. Usaríamos las nueces y frutas como fichas: las castañas valían 1 Dirham, las nueces 5, los guindones 10 y los higos 20. Andy tenía unos M&Ms y como eran de colores y gringos les dimos un valor de 50, ese era el valor de la habitación cuádruple. Nos repartimos las fichas por igual y comenzamos la partida.

Ibamos jugando y pasando la diminuta pipa arabe hacia la derecha, cómo hacen los moros: la llenas, le formas un bonito bonete como una pequeñísima bola de helado, y cuando estaba lista,sin encenderla! se la dabas al de la derecha y le acercabas fuego. Muy elegante, una manera de demostrar respeto y amistad. Las cosas pronto comenzaron a torcerse. Tuvimos hambre, mucho hambre. La comida eran fichas y las fichas eran comida. Yo estaba ganando. Y seguí ganando. En algún momento, en un acto de soberbia me comí un higo. Era mío, lo había ganado. Eso no les gustó. En la siguiente mano yo tenía un par de sietes, una mano floja. Yo había aprendido a blufear y con el apoyo de tantas fichas (comida) subí la apuesta más y más. El último en salirse fue Mike, el californiano. Mike tenía un full de reinas, debió ganar. Yo me quedé con casi toda la comida (las fichas) más de 500 Dirhams, una bonita suma, y muerto de risa miré sus ojos aterrados y hambrientos y me tragué un puñado de nueces, dos dátiles y un M&M, gran error. No pude seguir comiendo, ni cobrar mi dinero al día siguiente. Mis enfebrecidos compañeros lanzaron un gruñido rabioso, se abalanzaron sobre mis fichas … y se las tragaron todas!!

lunes, 25 de agosto de 2008

Salud Vagamundo !


Un hecho médico/económico que sigo comprobando es que mi salud es inversamente proprocional a mis ingresos. No sé si es una condición "sine qua non" (chúpate esa) de ser propietario de un bar relativamente exitoso, o si en verdad se trata mas bien de una evidente falta de fuerza de voluntad de mi parte. Claro que ya los quiero ver y tirar la primera, segunda o última piedra, cuando detrás de uno hay alineadas 3 docenas de botellas con los más diversos tipos de alcohol que parecen susurrarte al oído con voz hipnótica: "Bébeme!" ya lo sabía Lewis y ni siquiera Alicia (la de Wonderland, no la otra) se pudo resistir. Y para yo resistir lo único que se hacer es tocar retirada y quedarme en casa.
Lo que también ha sido probado en múltiples ocasiones es que el éxito de la noche también parece asociado a mi capacidad de dejarme convencer y caer y beber sin tapujos, de esta manera también parecen que mis clientes, mis amigos y hasta mis borrachos son más soportables, simpáticos y a veces hasta francamente geniales.
Todo para explicar que hoy, como cada fin de temporada, estoy agotado, afónico, resaqueado y feliz. Y si todo sigue bién, no sólo seguirá aquí el Vaga un año más, sino que daremos a la ciencia un valioso material de estudio en forma de un cuerpo atractivo joven (?) y bien conservado. El mío.

martes, 5 de agosto de 2008

Cuba



Lo primero que me llamo mucho la atención cuando llegue a Cuba fue que me arrestaron en el aeropuerto. las razones y ocultas causas quizás las revele mas adelante. Lo importante es que todo se soluciono pacíficamente y después de unas 3 o 4 horas salí libre. Sin embargo este incidente marcaría la pauta de los siguientes 40 días. muy a menudo me sorprendí mucho en Cuba.

Solo unos minutos mas tarde, atorados en un enorme atasco de tráfico, cosa que parece improbable en un país con tan pocos vehículos, me volví a sorprender cuando un chofer de taxi nos informo a gritos desde el carril opuesto que "El tren chocó con un camello" en pleno cruce y que era un desastre. El taxista debe haber visto mi cara de incredulidad porque procedió a explicarme que el "camello" es una especie de bus camión llamado así por la forma ondulada de su techo. Y que a menudo intentaban sobrepasar el vetusto tren y ganarle el cruce, como ambos iban en verdad muy lento, el accidente no causaba mas que esos grandes atracones.

En verdad el transporte es complicado en Cuba. Los gobiernos represivos prefieren mantener a su población incomunicada y si es posible, estática. Son más fáciles de controlar. Seguro por eso el vetusto tren que aborde la noche de Navidad desde Antilla hasta Santiago se rompió de noche en un poblado llamado Alto Cedro y guiado por una señora y su hijo atravesamos campos y cañaverales iluminados por la Luna, pasando por poblados con nombres como Marcaré, Cueto y Mayarí. Hasta alcanzar la carretera y utilizar el medio de transporte favorito de los cubanos: el aventón. O "hacer la botella" como dicen ellos por el gesto con el pulgar que asemeja el acto de beber. Al rato un gran camión paró y yo junto a media docena de campesinos nos acomodamos apretados en un pequeño espacio libre al final de la tolva. Aunque apretado en verdad no me puedo quejar, porque viaje sentado sobre un enorme cerdo vivo que viajaba atado de patas y convertido por el viaje en mullido y tibio sofá. El dueño del cerdo se apeó a mitad de camino y gritó desde abajo:

- Chico, pasenme el puelco.

Yo nunca he cargado un cerdo y no sabía por donde empezar.

- Agarralo de las "guatacas" . Me aconsejó alguien.
Y yo preocupado pregunte:
- No serán los huevos, no?!! Esto causó hilaridad general entre todos.
- No chico, las orejas, de las orejas.

Unos días después, al referir esta anécdota a un grupo de amigos cubanos uno saltó y me dijo:

-Alto cedro, Marcaré, Cueto, Mayarí. Es el Chan Chan!!
La canción más famosa de Compay Segundo y uno de los temas folclóricos mas populares de la isla. Y los nombres de esos cuatro pueblos son el coro. Y yo lo anduve andando sin nada saber bajo una luna clara escuchando los grillos y el despertar de los gallos en la noche de Navidad.

Esperando un autobús también descifré el funcionamiento de las colas cubanas. me habían tenido intrigado, confundido y hasta hambriento esto de las colas, o filas como dicen. Parece que pararse en fila es una característica de todo régimen comunista. A mi mente vienen esas imágenes grises y tristes de las colas interminables en Europa del Este. Pero en Cuba la población encontró una manera distinta y amigable de hacer cola sin pararse en fila. Y después de 2 semanas frustrantes en que me fue imposible comprar una pizza al paso en La Habana al fin descifré el misterio de las colas cubanas (y no me refiero a las fabulosas mulatas y su voluptuosa anatomía). Yo cada vez que quería una pizza me acercaba a la ventana y decía:

- Una con cebollas.

Y el tipo me miraba con mala cara y lo mismo hacía la gente que parecía estar parada por ahí sin hacer nada. Yo llegué a creer que las pizzas estaban prohibidas a extranjeros entonces decidí aparentar ser cubano y un día me acerqué decidido al pizzero y le espeté en perfecto cubano:

- Una con cebolla, chico!!

Igual todos me miraron mal y el aludido ni siquiera me contestó.

He aquí el secreto mejor guardado de la isla. Cuando uno se acerca a las pizzas, o al paradero del autobús o a comprar el almuerzo en "cajita", verá alrededor a gente dispersa conversando o sentados a la sombra de un árbol, en verdad todos están en fila y el que se acerca agarra y grita:

- Último!!

Y la persona que fué la última en llegar grita yo, levanta la mano o algo. Entonces el que llegó ya sabe quién está delante de él y solo tiene que observarlo para saber cuando llegará su turno. A la vez, cuando alguien más llegue este gritara "ultimo" y aquel dirá " yo!". Y todos sabrán a quién seguir y estarán en fila en el sol o a la sombra o donde les plazca. Chévere, no?

El día de mi cumpleaños decidí ir a cortarme el cabello. Caminé muchas cuadras por las anchas calles de El Vedado bajo un sol inclemente buscando una peluquería. Al fin encontré una con dos barberos muy viejos que apenas me senté me ofrecieron un vaso lleno de ron puro y caliente.

- Bebe amigo que hace mucho calor. Me dijo un viejo mulato de barba blanca.

Me bebí el ron con no poco esfuerzo. Estaba sudando, eran como las 3 de la tarde y aún no había almorzado. Me miré en el espejo y le dije al viejo.

- Cortame el pelo chico.
- Muy bien, cómo quiere que se lo corte?
- Ya te dije, chico.
- No me ha dicho nada, como lo quiere.
- Chico! cortarme el pelo chico te digo. El tío ya se comenzaba a impacientar y repitió:

- Te lo corto sí, pero dime como quiere que se lo corte.
- Chico, si te lo estoy diciendo. Que me cortes chico el pelo.

Y así hubiéramos podido seguir si la risa no me hubiera traicionado y el tío se desternilló de risa y salió a llamar a sus amigos a gritos:-

- Escucha lo que este peruano está diciendo!!Y yo les tuve que contar lo que ya le había confesado al maestro, que era un viejo chiste que mi padre acostumbraba contar:

- Porqué todos los cubanos usan el pelo corto?

Porque cuando van al peluquero le dicen:

- Cortame el pelo chico! Y se lo cortan "chico".

!Cosa mas grande e la vida chico!






continuará

Despué de rodar 5mil kilómetros, no hay quien me tome la foto.

Despué de rodar 5mil kilómetros, no hay quien me tome la foto.
La vieja cámara puesta sobre la tierra...