martes, 25 de marzo de 2008

Homeless






Al acercarse el fin del año 2007, no solo festejé mi cumple 40 con 4 noches y cuatro días de fiesta (parecía Woodstock, dijo El Rata). Sino que, ya que me iba de vacaciones por un par de meses y mi contrato de alquiler vencía al cabo de dos años, dejé mi linda casita de un piso. Con su soleado patio, dormitorio con ventana al jardín, cuarto de visitas, hamaca y hasta parqueo para la moto. Y arrimé todos mis cachivaches en una docena de cajas de cartón que fueron a parar al depósito del bar. Me dió un poco de tristeza el constatar que 4 décadas de vida podían caber en una docena de cajas de cartón. Pero lo cierto es que tantos giros de vida, tantos golpes de timón me han ayudado a librarme de gran cantidad de exceso de equipaje. Ademas mi cama, sillones y otras cosas voluminosas siguen aún repartidas entre las casas de mis colegas por acá. Y también, por supuesto, el bar mismo con todos sus chiches, fotos, cuadros y esculturas, también metiéndose o mas bien saliendo de mi vida y de mis historias, a la vez él mismo una nueva historia que se va fabricando sobre los recuerdos de las demás. Uff.
El hecho, la verdad monda y lironda es que después de 7 años con este Vaga, me encuentro durmiendo en el mismo sofá en el que dormí cuando llegué a Huaraz y me encontré en este local húmedo y vacío como una cochera. Despertando, mas que durmiendo sobre el sofá y mirando asustado a mi alrededor pensando !que diablos hago aquí ¡ y acto seguido emocionado por la perspectiva de tanta pared virgen.

Y no me quejo porque he tenido lindas casas y depas y cuartuchos y hasta azoteas para mi desde que hace 20 años salí de casa de mis viejos. Algunos memorables como ese depa del Edificio Peva, primer piso con un balcón al nivel de la calle por el que mis amigos irrumpían sin necesidad de tocar el timbre. O el depa ficho que alquile con Denise, malecón de Miraflores, dos coches y una Harley nueva y brillante, en el que vivimos 24 meses de sueños, risas y peleas (y lo haria de nuevo).

Aquí en Huaraz también tuve una linda casita de dos pisos en pleno bosque de Monterrey, sin tele pero chimenea. Sin agua caliente, pero a 100 mts de los baños termales. En esta casita deje atrás la sociedad y perdí mi ropa de yuppie y aprendí el placer máximo de levantarme al amanecer y salir a orinar en un maizal húmedo y verde.

Aun mas especiales esos lugares eventuales que descubres al viajar y perderte por completo y así alguna vez pase una semana entera sobre el techo de una pequeña iglesia blanquísima y ortodoxa escondida entre las terrazas de Thira, isla Santorini, en pleno mar Egeo y con la vista alucinante de la bahía circular y el cráter volcánico al centro. Aquel que destruyó a Creta y dicen que a la Atlántida también. El mismo que desencadenó las 7 plagas de Egipto y salvó a Moisés y su pandilla. O ese viejísimo apartamento en Corfú, con nidos de palomas y espadas medievales. O esa infame pensión en Macao, con el viejísimo chino en calzoncillos que fumaba todo el día y un penetrante olor a pis. Despues de pasar 26 horas en un autobús rural chino no me importó. Pero al despertar en mi cuartucho apestoso y la tele al lado chirriando en cantonés, las pesadillas que esa mañana me regaló. También recuerdo con mucho afecto un viejo hostal de putas frente a la Rodoviaria de Campogrande, en pleno Matto Grosso. Donde llegue asustado y me despedí con lágrimas. Que gente tan linda encuentra uno en los lugares mas sórdidos. Acampando en las playas de Cozumel y viendo a las enormes tortugas emerger del mar para desovar a mi lado. Acampando junto a mi moto a lo largo y ancho del Perú, durmiendo junto al lago Titicaca tres noches, cocinando chorizos con un Zippo en mi carpa, mientras afuera Dios montaba unos fuegos artificiales increíbles. La casa de mi amigo Jackson, en Santiago de Cuba, con actores teatro y ron, y la de Jorge Jardines, donde media familia se amontonó (sin que yo supiera, sin conocerme y sin cobrarme un peso) en una sola habitación interior para dejarme el dormitorio con balcón a la calle para mi solo. La soleada casa de Brigitte y mi hermano Ricardo sobre una colina en la Costa del Sol, donde pase un verano y un invierno mirando el Mediterráneo. La de Piñol, en La Habana, con músicos, música y ron. La casa de madera y palmera de mi Tio Pepe, construida sobre pilotes en pleno río en Santo Tomás, al ladito de Iquitos en plena selva amazónica a tan solo 10 minutos en canóa desde su propio muelle, donde pase un mes perfecto este mismo año. La quinta de mis abuelos, con sus paredes de quincha y techos donde estaba prohibido pisar, porque se caían, pero igual subía con mis primos a buscar pelotas perdidas. Y así podría seguir y llenar 3 blogs... y tal vez lo haga. Otro día.

Pero lo que es hoy. Y mañana de hecho. No tengo casa. Tengo un bar, diez o doce cajas y un millón de historias para contar.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bueno que hayas abierto un blog Marcello... Hay algo de ti que siempre me gusto y me sigue gustando... a pesar de la distancia, claro esta...

Sigue contando como te va, tus anecdotas, tus viajes... todo. Ojala me anime a decirte personalmente que me gustas cuando regrese por esos lares...

Vagamundo dijo...

Quien eres? Vas a hacerme recapacitar sobre permitir anonimos con este comentario tan tentador.

Vikman Z. dijo...

Encontre por casualidad tu blog, esta bien bacan .Soy amigo de Carloncho y Tito, quizas me recuerdes por el pisco que te mande a Huaraz, el que mandaste comprar con Tito. Y nada tio, estabas en un directorio de viajes...y ahi te encuentro pues.Sabras que Carloncho sigue poblando el planeta y Tito anda en Organos,creo. Me gustaria planear un viaje con Tito a Huaraz para julio,quizas por ahi te vea tio. Saludos. Victor.

Anónimo dijo...

No quisiera decirte todavia quien soy... solo me queda leer tus posts...

Vagamundo dijo...

Hola Victor, me acuerdo de ese buen Pisco, hay mas? Tito esta aqui, chambeo conmigo en Semana Santa. Cuando vienes?

Pilar Cita dijo...

Lo mejor que te puede pasar es tener poco equipaje de peso y mucho vivido, como tu.

Impresionantes tus historias. Sigo leyendo...

Despué de rodar 5mil kilómetros, no hay quien me tome la foto.

Despué de rodar 5mil kilómetros, no hay quien me tome la foto.
La vieja cámara puesta sobre la tierra...